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VIAJAMOS A GUIPUZCOA.-DÍA 1º-LLEGADA
Esta vez, no se trataba de una ruta de senderismo por la sierra madrileña, sino de algo mucho mejor: viaje de cinco días a Guipúzcoa con nuestros amigos perrunos.
El destino y dónde fijamos nuestro centro de operaciones es la pequeña, pero preciosa, localidad de Alkiza cuyas vistas desde el mirador son tan impresionantes como se observa en la fotografía, tomada a una hora temprana en la mañana de hoy.
Aquí nos reunimos un grupo de personas, cada uno con un perro ( o dos), para iniciar nuestras vacaciones. La casa rural Lete, antigüo caserón vasco, nos ha acogido a todos, gustosamente y la verdad es que hasta ahora, nuestros amigos peludos, se están portando. Tras la sorpresa inicial de los lugareños, al ver tanto humano y perro junto, han empezado a interesarse por sus razas, nombres y comportamiento, a lo que nosotros, sus amos, respondemos gustosamente.
Los lugares de procedencia, variados. La mayoría venimos desde Madrid, pero hay amigos que vienen desde Segovia, Zaragoza o Barcelona, para formar esta pandilla perruna que tanto da que hablar, y todo bueno, a su paso. La llegada, escalonada, y la cena en la taberna del pueblo, muy cordial, disfrutando todos de unas viandas de excelente calidad y muy bien cocinadas a un módico precio.
El viaje, ha sido cómodo pues las carreteras son excelentes ,aunque algo más largo de lo habitual. Tras las obligadas pausas para estirar piernas y patas y desocupar vejigas, hemos llegado a Alkiza, tras aproximadamente cinco horas de trayecto. Los últimos cinco kilómetros, los más bonitos, pues además de la cercanía del objetivo del viaje, la ascensión hasta la pedanía, ha sido como traspasar un túnel verde, dada la intensa y frondosa vegetación que bordeaba la carretera que lleva al pueblo.
El alojamiento, muy acogedor y armónico con el entorno, ya que su estilo rústico encaja perfectamente con la finalidad a la que se le ha destinado: hospedaje y desayuno en un entorno rural.
Nos llama la atención, la calidad de sus maderas en escaleras, suelos y muebles, todos ellos de estilo antigüo y rústico, los detalles en la decoración, con tapetes de ganchillo hecho a mano en las mesillas de noche, toallas bordadas en el baño y cortinillas en la pequeñas ventanas, simulando encaje de bolillo. Las colchas de las camas, blancas en suave contraste con la madera del armazón, hacen la estancia muy acogedora. Las zonas comunes, con cómodos sillones orejeros para ver la televisión o leer, y la gran mesa de comedor que todo el grupo compartimos a la hora del desayuno en el salón de la planta baja, hacen que la conviviencia, sea además de intensa, fácil.
No le faltan a la casona, notas de modernidad, como la posibilidad de conectarse a internet mediante wifi.
La primera noche aquí, y a pesar de los olores a campo y animales, que se cuelan por doquier, ha sido tranquila, La novedad para los perretes de compartir habitación, no ha sido un obstáculo para que su sueño, haya resultado reparador del cansancio del viaje y también tranquilo.
Al desayuno, no le faltó detalle. Desde la vajilla Bidasoa, hasta las viandas, recién preparadas y caseras. Té, café, leche de caserío o de brick a elegir, bollería y pan tostado, zumos y mantequilla y mermelada, hicieron de la primera comida de la mañana, todo un banquete. Necesitaríamos las fuerzas para sobrellevar adecuadamente lo que la organización nos tenía reservado para pasar el día, pero eso queda para el siguiente capítulo de esta serie de crónicas sobre el viaje de Trips&dogs a Guipúzcoa.
Con cariño,
Ágata Piernas
22/07/2017