Y nuestra historia tiene sus protagonistas. Nos referimos a personas humanas, de carne y hueso que hasta llegar a este momento han luchado lo suyo. No diremos nombres, pues no queremos hacer más conocidos a los protagonistas, ni por ello, recluir en el anonimato a los que han permanecido hasta ahora en la sombra con su hacer callado y que deberían tener el mismo renombre que los que son visibles.
Los que adoran el Templo y la música. Los que han concebido la idea y los que la han llevado a cabo. Los que han conjugado belleza monumental y joya artística con acústica extraordinaria y poderío instrumental. Los que vamos a gozar y deleitarnos con el evento único e histórico. Los que han aportado cantidades económicas para que se pueda llevar a cabo. Las instituciones y los particulares. Los que han tenido que negociar con los grandes organistas para que vengan a tocar, para goce de propios y extraños. Los maestros, los pupilos, los legos. Los que han transportado la obra de arte, los que la han montado para que su primera nota fuera perfecta y conmovedora. Los que estamos pendientes para que este hecho no pase desapercibido. Los que nos leen y los que se permiten publicarnos. Los periodistas. Los que confieren internacionalidad y prestigio único y exclusivo al evento.
Cada uno que se ubique. Yo creo que el que más y el que menos puede sentirse incluido en el conjunto del proyecto. Lo importante es que estemos todos. Todos los que amamos la música, que nos llena, que nos hace sentir, que nos transporta hacia otros mundos no por ello irreales pero si intangibles. Los que amamos la calidad y el trabajo bien hecho. Los que sabemos que tenemos unos recursos únicos y debemos utilizarlos para, compartiéndolos, contribuir a la gloria de lo nuestro, de lo que nos caracteriza desde siempre y lo hará para siempre, que es parte de nuestras raíces, nuestra cultura y nuestra historia. De nuestras vidas enteras y las de nuestros ancestros y descendientes. Nuestro patrimonio arquitectónico y artístico. El de todos los leoneses.
Los que han tenido el privilegio de actuar en nombre y beneficio de todos los demás, deben sentirse íntimamente orgullosos sólo con sus logros que están patentes y se han plasmado en un gran Festival. Pero creo que más orgullosos se sentirán en su fuero interno, cuando puedan, estando presentes, comprobar por sí mismos que todo lo que se ha llevado a cabo con lucha, tesón y buen hacer, pueden ahora compartirlo con el resto del universo. Por eso este Festival tiene la nota de internacionalidad. No sólo por el carácter de los maestros intervinientes, sino por la cualidad y capacidad de compartir, en etéreo y musical mensaje, sus notas con el resto de la humanidad, que sin duda se hará eco.
El prestigio, la belleza, el arte y la sublimación de cada concierto, depende ya de cada uno. De sus capacidades y sensibilidad. De sus conocimientos y de sus gustos e instintos. Así que, vamos a afinar nosotros también nuestros sentidos, para que el goce sea un regalo. Para nosotros y para los que han participado en la edificación de esta alegoría musical. Nos lo merecemos. Se lo merecen.
Ágata Piernas.
DE AHORA, PARA SIEMPRE
Si nuestro insigne protagonista pudiese levantar la cabeza de su sede actual en el Museo Catedralicio dónde yace en estado taxidérmico, probablemente se echaría a temblar. Y no precisamente de emoción,… o tal vez sí.
Nuestro topo, estaría temblando de miedo porque con la cercanía en el tiempo de la inauguración oficial del nuevo órgano de la Catedral de León, que va a tener lugar el día 21 de Septiembre de 2013, en el XXX Festival Internacional, se producirá un hecho que probablemente le haría mudarse de morada. Y este hecho no es otro que el no estar a gusto ni en la propia casa, pues seguramente ese día y quizás antes, temblarán los cimientos de la Iglesia-Catedral y con ello los cimientos de sus salas y galerías, lo que le haría posiblemente pensar en un fenómeno natural, tipo movimiento sísmico, que es lo único que sus genes reconocerían, pues incapaz de ver y oír. Lo que se asustaría y lo que se va a perder.
No se imaginaría nuestro inquilino no deseado que se ha sustituído el antigüo órgano, con varias décadas de vida, por uno de mayor envergadura, potencia y al día de cuantas novedades tecnológicas están en el mercado, para hacerle en palabras de algunos el mayor órgano de Europa en su categoría, definiéndolo algún otro entendido como el mejor, en lugar del mayor. En cualquier caso, destaca y a muy alto nivel.
Y no sólo temblarán los cimientos que harían incómoda la estancia al morador animal de nuestro Templo, sino que probablemente toda su estructura, vidrieras incluídas, temblarían también. Por las características del instrumento, fabricado en la mejor organería de Europa en Bonn, a manos y bajo la dirección del maestro Klauss, y por las propias características de acústica de la Catedral de León, de estilo gótico temprano o puro, que le confiere la circunstancia de tener una caja de resonancia, monumental pero no desproporcionada y flamígera o que permita elevar la plegaria hacia el cielo, donde se supone que están los destinatarios de sus notas. Que tampoco, porque vuelven como el eco, envolviendo el ambiente y deleitando a los presentes en tan magno evento.
Los asistentes mortales, únicamente temblaríamos de emoción, pues aunque se produzca reverberación de las notas, el sonido será tan intenso que nos embargará por completo, desplazándonos en el tiempo y probablemente en el espacio, en una vivencia musical única. No sólo por su calidad acústica, sino por el momento histórico que, tenemos que ser conscientes, vamos a vivir si conseguimos estar presentes en el evento. ¡Ya quisiera el topo!
Muchos han luchado por su consecución y todos merecen un digno reconocimiento, pero no será en este capítulo, sino en otra entrega que también protagonizará nuestro aliado animal, al que a este paso y debido a la familiaridad que ya nos suscita, terminaremos por ponerle nombre.
Ágata Piernas