Y en esas estábamos, mientras caminábamos hacia la fecha de tu primera onomástica.
Me apetecía que fuera una fecha especial, con algo que celebrar (p.e.haber sobrevivido a la pandemia) además de tu “cumple”pero todo quedó, como suele decirse, en agua de borrajas. Algo lo enturbió.
A pesar de los regalos de Sara y Luis, que pretendían una celebración por todo lo alto, con tarta o pasteles, una velita, música para bailar y sus voces infantiles cantando el “cumpleaños feliz”, no pudo ser.
El propio tratamiento puso restricciones a cualquier tipo de celebración. Recuerdo las palabras de Daniela a este respecto: “este año, hay que dejarlo pasar. Lo celebráis el siguiente por partida doble.” Y así ha sido.
A ello hay que añadir, que uno de tus mayores atractivos, tu pelo, recibió el dictamen peor que se puede recibir, justo por esas fechas.
-Hay que rasurar, fueron las palabras de Álvaro, que sintiéndolo mucho no pudo evitarlo.
En sus manos quedaste y apareciste a lo Sansón, sin tu aplomo, avergonzado por ir por la vida medio desnudo, sintiéndote indefenso, pero liberado, de algún modo, del inmenso calor que te producía esa manta de pelo, que ya empezaba a dejarse ver como hubiera sido en su forma definitiva. Los nudos, por el deficiente cepillado y el cambio de pelaje, fueron el origen de tu desmelene. Otro perjuicio de la pandemia. Ya está en vías de solución.
Además, todo ese cambio de carácter por el corte de pelo, te duró dos días escasos e hizo que te mostrases más cercano y con ganas de ser acariciado. De lo cuál me alegré profundamente.
En nuestros paseos, sigues llamando la atención. Pero ahora la gente, pregunta extrañada que raza de perro eres, en vez de constatar admirada, que eres un galgo afgano.
Y ahí continuamos, cosechando avances día a día. Sintiéndonos orgullosos de nuestra creciente complicidad y con algún que otro proyecto de futuro.
Me inspiras, amor.
Ágata Piernas
2/7/2021