Los objetivos que nos marquemos en nuestra vida, van a ser tan importantes como el alimento que tomemos o el aire que respiremos. Esto es cierto.
Son importantes porque significan nuestro rumbo en una determinada etapa, que si bien van a venir marcados por variables como las circunstancias, eso no debe mermar nuestra capacidad de decidirlos en cada momento.
Es cierto que a veces, caminamos sin rumbo o parece que nuestro objetivo no existe, y así nos movemos aleatoriamente como una hoja al viento. Yo diría que incluso esos momentos son necesarios, para determinar con más claridad que paso dar a continuación.
Hay también momentos de gran incertidumbre, como los que suponen el tránsito de una etapa a otra, que puede ser más o menos duradero en el tiempo, en los que sólo nos queda sobrevivir nadando para no hundirnos.
Pero lo que realmente da sentido a nuestra vida, piensan algunos, es la consecución de nuestros objetivos. Objetivos grandes, pequeños objetivos, objetivos diarios, objetivos a corto, medio y largo plazo. Objetivos vitales y objetivos personales. Objetivos sentimentales y objetivos materiales…
En fin, todo un elenco de objetivos, que van a determinar, en muchos casos, nuestro caminar diario.
Algunos los llamarían retos, queriendo dar un tono más trascendental al objetivo concreto, pero no dejarían de ser objetivos en uno u otro ámbito.
Si bien es importante tener objetivos, la vida me ha enseñado, después de muchas vivencias, que unas veces los objetivos se consiguen y otras no. Dependiendo del tipo de educación que hayas recibido, eso puede afectar a tu ego, y suponer o bien un gran triunfo o una gran frustración. Ya no me vale el todo vale para conseguir un objetivo.
Y por ello, he aprendido o más bien estoy aprendiendo. Y he comprendido que en la vida, lo importante no es siempre conseguir los objetivos.
El disfrute está en el camino, en el paso a paso que a cada momento damos en pos del objetivo. Que el trayecto y los medios que ponemos para avanzar, es el verdadero objetivo. El objetivo es el medio, no el resultado. Ya no me vale el todo vale para conseguir un objetivo siempre.
Y he constatado también, y esto quizás sea lo más importante, que a cada paso se aprende, y ese aprendizaje es lo que realmente le da valor a nuestro caminar. Ese es el objetivo vital más importante: APRENDER.
Y por ello, en nuestro caminar diario, nada ni nadie debería bloquearnos. Si nos comportamos con la suficiente lucidez para saber lo que está pasando y la predisposición para encajar las circunstancias como un aprendizaje, todo fluirá hacia su objetivo naturalmente, sin rigideces, ni tensiones, ni esfuerzos titánicos.
Y en tu caso…¿cuál es tu objetivo?
Ágata Piernas
29/01/2017