RELATOS

SIN FLORES
TÚ CUENTAS
¿POR QUÉ DE ROJO?

DOMINGO DE CONFIDENCIAS.-

Aquello se estaba convirtiendo en el colmo de la estulticia. Parecía que en lugar de evolucionar, involucionabamos. Los múltiples laberintos construidos tendrían que tener una salida común, o de lo contrario la amistad resultaría gravemente perjudicada.

Aquellos pensamientos atormentaban a Sara, cuando de repente sonó el telefóno. Era él.

La conversación, no dió para mucho. Ella estaba con la cabeza en otra parte y lo que podía haberse convertido en un diálogo fluído y divertido se convirtió en un galimatías, cuyo resultado final fue el silencio más demoledor. Sara se culpaba de ello.

El era un tipo divertido al que nunca le faltaba comentario sagaz que hacer, ni chascarrillo que sacar. La vida y su propio carácter le habían hecho así. Había vivido intensamente. Su experiencia con el amor, aunque no había cuajado definitivamente, había tenido sus intentos que fueron felices mientras duraron. No era atractivo, pero sí muy vital y simpático. Esos eran los atributos que hacía valer para firmar sus conquistas.

Sara le conocía desde hacía años. El tuvo la osadía de contactarla para preguntar su opinión sobre una quedada. Era para tomar caféun grupo de gente madura, y él no se fiaba del ambiente que se podría encontrar. Una forma de conocer gente en la gran urbe.

Por diversas vicisitudes había pasado su amistad a lo largo de estos años. Ni cuajaba en una relación, ni se rompía definitivamente por incompatibilidad de caracteres. Ahí seguían. Etapas de silencios y luego reencuentros más o menos afortunados.

Hasta la velada del domingo. Fue diferente. Confidencias a diversos niveles hicieron que las horas pasasen sin sentir.

Sin más, sin mayores pretensiones ni objetivos. Sólo compartir soledades, vivencias y algo de comer.

Sara no acababa de acostumbrarse a ese estilo de vida. Le parecía muy duro. Terriblemente difícil de asimilar a nivel afectivo. La comunión más intensa, seguida de la nada, del desierto más inmenso y eso le confundía.

Y pensaba, confundida, en como se solucionaría eso y no conseguía dar con la respuesta. Montaba laberintos de los que no veía la salida, y mientras, las horas y los días pasaban en soledad.

Una soledad elegida, pero no asumida parecía ser.

Después de aquel domingo primaveral, de compartir horas, confidencias, vivencias y almuerzo, surgió la posibilidad de mudarse de domicilio. No por afinidades que se unen, sino por legalidades y finalizaciones de contratos. Y surgió en él la iniciativa de solicitar de ella información sobre viviendas en alquiler en su zona. Y ahi quedó el tema.

Sara, toda bondad, estaba ya en ello. Viendo posibles viviendas de alquiler, dentro de su presupuesto, en la zona en que ella vivía.

Y se hacía muchas preguntas. Demasiadas. Que no era capaz de resolver.

Ágata Piernas

6/3/2019

Autor Agata Piernas
Publicado el marzo 6, 2019
Categorías RELATOS
Editar «DOMINGO DE CONFIDENCIAS.-«

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