La mesa de las emociones.-

Próxima lectura

El título del próximo libro que iba a empezar a leer, resultó ser tan sugerente que toda su capacidad se empleó sola en imaginar su contenido.

Sin haber abierto todavía sus páginas, pudo intuir, que una vez lo hiciera, se vería embargada por la lectura.

Dejó no obstante, a pesar de la tentación que suponía sumergirse inmediatamente en sus páginas, volar su imaginación, excitada ya y presta a crear.

Lo primero que pensó, fue en aquel libro que hablaba de la erótica de la cocina, que le había prestado un amigo, más como insinuación que como materia a debatir y practicar y que presentaba recetas que, con los debidos ingredientes culinarios, pretendían conseguir ciertos fines entre las sábanas o sobre el sofá.

No entró al trapo en aquella ocasión. Pero ahora…, ahora sus instintos más profundos amenazaban con desbocarse, si pensaba en una cena íntima con él, en la que ambos participarían en la preparación. No el amigo. Él.

Pensó también en aquella película, preciosa y sutilmente excitante, en la que la hermana con menos posibilidades utilizaba su sabiduría en los fogones y la química de los alimentos y aliños, mezcla por que no decirlo, de brujería de aquellos lugares, para conseguir al hombre amado.

Tal vez todo tuviera su trasfondo de verdad, y el libro que espera al lado de la mesa situada justo enfrente del sofá, le aportaría el conocimiento suficiente, para conquistarle sólo con el paladar.

Una cena a ciegas, con los ojos tapados, para saborear las viandas, en pequeñas pero suficiente cantidades para crear un clima perfecto, que lleve sutilmente la sensual acción de comer, a desatar la imaginación al unisóno para conseguir una íntima armonía que dure, tal vez un fin de semana.

En esos pensamientos se encontraba, cuando la voz de su madre la estampó contra en presente. Le debió ver su cara con una sonrisa bobalicona y ojos brillantes de deseo, y actuó, preguntándole no se qué insignificante curiosidad, que aparte de distrela, la confundió.

Se empeñaba, parecía, en distraerla de su ocupación presente de escribir un relato y casi casi lo consigue.

La vista de ella, se dirigió al libro y decidió leerlo cuanto antes. Ese efecto le produjeron las preguntas curiosas de su madre. No vaya a ser que me pida leerlo antes y me prive de ese singular placer, mezcla ya de realidad e imaginación, en el que él estará en el trasfondo, pendiente siempre de ese like, whatsapp o llamada que en su cabeza, ya se había producido.

Ágata Piernas

24/08/2020

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