
Día de Fin de Año por la mañana. Se impone echar la vista atrás, para ver que ha sido de nosotros en este año 2020. Y da vértigo.
Vértigo porque la vida de muchos ha cambiado de manera irreversible, sin haberlo planeado. Vértigo porque, en vez de colores intensos y brillantes, han predominado los grises, opacos y mates. Y vértigo, porque el miedo al virus, la enfermedad y la muerte, ha convivido con nosotros a cada paso que dábamos, condicionando nuestra existencia y nuestra manera de pensar y comportarnos. Y con secuelas, económicas, psicológicas, y sobre todo personales.

Hojas al viento cuyo destino viene ahora dado por las olas del virus. Y está empezando la tercera. Sin posibilidad de decisión sobre nuestras propias vidas, siguiendo los dictados, que fluctúan, de autoridades cambiantes que nos confunden. Viendo como los oportunistas aprovechan las circunstancias para delinear una realidad a la medida de sus ideologías, donde se impone el decreto, sin que nadie haga nada para cambiarlo. Líderes jóvenes, ambiciosos en lo personal que se olvidan que están al servicio del pueblo, en vez de al revés. Indefensión es la palabra. Indefensión nacional.
Mientras, tirando hacia adelante a pesar de todo, algunos hacen su Agosto. Otros saltándose las restricciones y prohibiciones, salen a la calle en tromba, organizan fiestas multitudinarias o simplemente observan lo que la tele les cuenta en cada noticiario, ilusionándose con la vacuna como único medio para poder vivir con ciertas garantías en un futuro no muy lejano. Y cada uno deseando que llegue su turno, para poder encarar lo que esta por venir desde otra perspectiva más saludable y confiada. Ah, bajo apercibimiento de que no hacerlo, serán incluidos en un registro ad hoc. Algunos, a pesar de todo, aún se resisten, alegando desconfianza y pretendiendo evitar ser conejillos de indias.
Días tediosos, estos navideños. De intentar respetar las tradiciones, pero de resultado descafeinado. Con los mismos platos de cada año, pero con menos comensales. Sin salir de casa para celebrar. Sin vestirse para la ocasión. Como somos. Si podemos celebrar, no valoramos la oportunidad. Si se nos niega, nos aferramos.
Y hoy llegan las uvas. A las 00:00h, desde la Puerta del Sol, como el año que fue, y donde intuyo se nos hará más difícil tragar la uva que representa a cada mes, por lo vivido. ¡Que digo! Las devoraremos con ansia, simbolizando así que lo pasado, pasado está, y encarando el 2021 con la esperanza que nos merecemos.
¡Y a mi que lo que me apetece es quemar algo! En vez de comer uvas, que también, encenderé alguna vela, quemaré incienso o prenderé la chimenea, donde algo que simbolice lo malo del año que dejamos atrás, quedará reducido a cenizas, el ambiente purificado y todo limpio y liviano para recibir un 2021 que nos renueve, por dentro y por fuera. Lo necesitamos. Lo necesito.

Agata Piernas
31/12/2020