Son las 9 de la noche del día 9 de Agosto y estoy delante del ordenador, escribiendo este relato. Parece baladí, pero para que se produzcan estas, en apariencia, simples, circunstancias, se han tenido que alinear los planetas.
La que suscribe ha tenido que vivir lo suyo, sufrir lo suyo, madurar, lo justo y pensar, también un poquito.
La pregunta es: ¿de todos los acontecimiento de su vida, …dulces o amargos, leves o duraderos, solitarios o compartidos…,ha sopesado, para que formen parte de su experiencia vital, todos los porqués de cada situación?
So pena de volverse loca, no, no lo ha hecho.
Ha vivido y ha sobrevivido a cada situación, circunstancia o momento, unas veces comprendiendo y otras no.
Y eso es lo que hace a la vida maravillosa y lo que hace a cada individuo merecedor de su propia superviviencia, de ser un ejemplar incluído en la selección natural de la especie humana, y dejar huella.
¿La ausencia de comprensión de cada momento vital? No, la valentía de vivir la vida sin tener que comprender todo lo que sucede en tu entorno. La osadía de tirarse a la piscina, aún teniendo las nociones básicas de natación, para salir airoso del trance y no fallecer en el intento.
Porque las cosas pasan y no se sabe bien, en muchos casos, por qué pasan. Y eso nos hace refugiarnos en nuestro feudo, en nuestro refugio o en nuestro interior. Craso error!
En este mundo de fieras que es la sociedad actual, desde niño se cuenta con las herramientas necesarias para moverse con más o menos soltura en el medio, el infantil en su caso.
A medida que avanzamos en la vida, todo se va volviendo más complejo y se interactúa con otros grupos no tan homogéneos y más surtidos de variedades, unas veces afines y otras no.
Sólo los pensamientos erróneos que generan prejuicios, complejos o timideces, nos pueden impedir fluir con naturalidad y afrontar los retos, pequeños o grandes, con plenitud de capacidades. El entorno también juega su papel, pero la propia seguridad en uno mismo, debería hacer su tarea.
Por eso, aunque los momentos de reflexión, sean necesarios y positivos, el intentar llegar a la esencia de las cosas,…, de todas las cosas, hace que nuestra existencia se bloquee, parcial o totalmente y no vivamos también los buenos momentos que a veces están en las pequeñas cosas.
Por eso el verano, nos restituye…quizás tengamos las neuronas también de vacaciones y con dormir y comer, solazando, tengamos más que suficiente.
Si Freud levantara la cabeza…seguro, seguro que la que firma estaría ya proscrita.
En Madrid a 15 de Agosto de 2012