Domingo de Julio y nos íbamos al río. La niña, con sus rizos morenos peinados en dos coletas, iba pertrechada para la ocasión: flotador turquesa grueso, redondo y con patitos impresos. Minifalda, que ponía en evidencia sus rollizos muslos, y su jersey de lana turquesa a pico, de ochos, espigas y botoncitos cuadrados transparentes.
No había hermanos, todavía, aunque la tripita de mamá había aumentado últimamente por cobijar a su nuevo hermanito, eso decía.
Su padre, como siempre, las hizo esperar. La niña miraba mientras, ilusionada y dicharachera a su madre, preguntando cuando se iban.
Montaron y pusieron rumbo al soto del río cercano, dónde con otros papis y niños, pasarían un domingo de baños, ensaladilla, tortilla y filetes empanados.
¡ Cuchipandi la del río!
Al atardecer, vuelta a casa con la marca del sol en la piel y alguna picadura de mosquito que, indeseada, seguiría haciendo pupa en los días sucesivos, de tanto rascar.
ÁGATA PIERNAS
11/3/2020