EN MIS SUEÑOS-AMOR PERRUNO-

El madrugón importante de hoy, me podría hacer pensar en asesinarle, sobre todo por lo súbito de mi despertar, que ni un despertador digital lo hubiera hecho mejor que él con sus ligeros ladridos antes de amanecer. Me hace, a veces, perder el control. Aunque bien entendido, tal vez debería darle las gracias. Es temprano, todo están silencio y puedo aprovechar para escribir. Mal consuelo.

Hijo de la pandemia, durante el horrible confinamiento de la primera ola, fue la principal ilusión que me mantuvo viva. La confirmación de su existencia desde antes de nacer, hasta finalmente ver la luz perfectamente formado y vivo, fue el primer pensamiento del día durante los dos primeros meses. Los preparativos para su llegada, sin que faltase detalle, fue también tarea ilusionante, aunque todo esto tuvo importancia relativa, en comparación con cuando finalmente le ví, en su jaula, en la puerta de mi portal. Allí fue donde le liberé, con mucho cuidado, de su pequeña prisión temporal. Y así, agarrado con mi mano izquierda y apoyado en mi brazo, ya en total libertad, fue cómo entró en mi vida, de lleno, sintiendo mis latidos y colmó con su presencia las ganas reprimidas de conocerle y percibirle con todos los sentidos. Esta semana ha cumplido once meses.

De carácter, un torbellino, no sólo por cachorro, sino también por travieso, rebelde y terco. Suele conseguir de mi lo que se propone, aunque voy marcando límites para mantenerlo a raya. Me cuesta. Lo de esta madrugada es sólo una muestra. Veremos lo que nos depara el día. Va madurando, pero lentamente.

Dicho esto, es su estética ya casi de adulto, lo que me tiene prendada. Su porte elegante y sutil, como todo galgo. Su pelo largo y negro, todavía de cachorro, que se mueve al aire al compás de sus zancadas, es un atributo que le embellece sobremanera, y bien cuidado le hace y hará ser centro de atención y de miradas extrañas que él agradece orgulloso. Sus ojos oscuros, límpidos y nobles, permanecen hoy ocultos tras su, todavía, flequillo juvenil.

Y que decir de su carrera. Si en reposo es un bellísimo animal, en movimiento lo es más. Verle correr, es todo un goce para los sentidos. Su elasticidad, que le hace plegarse y estirarse con sus patas a todo lo que da, de zancadas largas y plásticas, es un espectáculo. Y si a esto se añade que su pelo le acompaña en cada uno de sus movimientos, el resultado es quedarse anonadada mirándole mientras corre, intentando a veces captar éstos movimientos con la cámara del móvil y si no, reteniendo en la memoria la imagen extraordinaria que mis ojos acaban de captar.

Mi perro es un regalo de la vida, aunque en la vida en común, en el día a día, a veces, no sepa verlo, ni entenderlo. Aún así, le quiero.

Ágata Piernas

8/3/2021.

HISTORIA DE UN BESO.-

Me gustaría decir que soy de beso rápido, que no fácil, pero no es así. En general, me gusta preparar el momento, crear el ambiente o desearlo realmente. Que sea el momento o que esté tan encarrilado que no quede otra opción y que de no producirse, todo pareciera un poco raro y confuso. Que haya complicidad, pues un beso, casi siempre, es cosa de dos.

Me refiero al beso humano, no al que doy a mi perro o él me da, o yo misma me doy en la mano suavemente para demostrarme el afecto que me tengo, cuando creo que lo necesito.

Y ese beso, ¡ ay !, si no hay confianza, cuanto me cuesta. Y observo a mi alrededor, en la calle y en la vida, y esto ya no es así. Con lo cual, me siento en franca desventaja. ¡Y mira que lo necesito!… con todo este confinamiento, que me tiene aislada lejos del la civilización y de la posibilidad de ese beso sincero.

Y el caso que hoy nos trae aquí, la historia de un beso. Ese beso confinado que es el más demandado, el más necesario y el más complicado de dar por riesgo a cometer una infracción de las normas COVID. Pues ese beso, que no es falta si eres conviviente, se convierte en infracción si quedas para que te lo den o darlo, amén del riesgo de que un conocido, amigo o noviete, pueda contagiarte algo que ni siquiera sepa que tiene. No digamos de un desconocido con el que contactaste por Redes Sociales. Uf, se me quitan las ganas, en serio.

Pero la situación, tan llena de misterio, se presta a imaginar, si ese radical posicionamiento es el tuyo. Y no sólo por seguridad propia, sino también ajena (si convives con padres octogenarios que están en edad de riesgo, que te han acogido y con los que no quisieras ser desagradecida, como es el caso).

E imaginas aquellos tiempos remotos del primer beso, o de los besos que quedaron pendientes, que son los que calan todavía hasta los huesos.Y se te dibuja una sonrisa en el rostro que te transporta a otro tiempo y otras circunstancias, que desde un teclado puedes manejar a tu antojo, para así recibir, no uno, sino mil besos tiernos y blandos, sutiles y cálidos. Besos que presagian más besos, y esos, otras caricias que te hacen sentir apetecible, deseada y colmada.

Imaginación, poderosa herramienta…

Mientras, por la calle, pasa una bicicleta con un casi imperceptible zumbido. Los pajarillos cantan en este día primaveral y, el sol empieza a acariciar la piel con su ligero calor, mientras la luz inunda cada vez más horas del día.

Y una piensa…¿estaré obrando bien?

Ágata Piernas

5/03/2021