Lo que son las ideologías, que pueden hacer interpretar la realidad de maneras tan diferentes y opuestas como discrepantes sean las ideologías entre sí.
No digamos, cuando se trata de la interpretación de un texto, el constitucional, que ocupa el primer puesto en la pirámide normativa y es la columna vertebral del Ordenamiento Jurídico. Los resultados, Amén de discrepantes y opuestos, pueden llegar a ser catastróficos, si esas interpretaciones llevan aparejadas actuaciones concretas, más allá de la pura dialéctica.
En esas estamos en el país en el que vivo, al que adoro, pero del que hace algún tiempo solo pienso en emigrar. A modo de los aventureros americanos, más del norte que del sur, que se fueron buscar mejor fortuna cuando los zapatos les apretaban por el viejo continente. No lo haré. Ni intención tengo. Pero el juego que me da, me compensa de los sinsabores, sangre en ebullición, y miedo real que el posicionamiento del Gobierno me provoca.
Todo empezó con la pandemia y cómo gestionarla. Como llevar a cabo un confinamiento estricto para evitar la avalancha de muertes que se nos venía encima, por habernos pillado desprevenidos y ser noveles, al igual que el resto de los países desarrollados .
Y ahí, se empezaron apuntar maneras por parte del gobierno en el poder, gobernando por Decreto y adoptando medidas de muy dudosa legalidad, o al menos a mi me lo parecía.
Llegó la segunda ola de la pandemia o el principio de la tercera, según algunos expertos, y se pretendió seguir igual. Ahora en vez de en relación con la pandemia, cuya gestión fue delegada a las Comunidades Autónomas, él gobierno de la nación se dedicó o pretendió hacerlo, que veremos a ver cómo acaba, a poner patas arriba las instituciones. Que si la memoria democrática, que si el indulto para los catalanes secesionistas en prisión, que si el pésame a las familias de algún etarra fallecido, que si la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Y hasta ahí podíamos llegar. A politizar y manejar el órgano de gobierno de los jueces.
El nombrar Fiscal General del Estado, a la ex-ministra de Justicia, ya fue un aviso. En un gobierno que no tiene ni medida ni límites, que según alguna opinión docta, tiene matices de absolutismo democrático, eso sí.
La gente quiere sus instituciones, las de siempre, adaptadas a los tiempos, claro, pero con la seguridad y garantías que vivir en un estado social y democrático de derecho aporta. No se quiere la destrucción e implantación de cero de algo que sólo sus promotores saben que es eso, y que a los demás ciudadanos nos genera inquietud y desasosiego, cuando menos y a estas alturas, ya miedo.
Se está poniendo en juego la monarquia, el prestigio de la institución de tradición democrática elegida por todos los españoles en mayoría al votar la Constitución del 78. Y tantas cosas menos mediáticas…Pero es que además, con este ataque al órgano de gobierno de los jueces, se están poniendo en juego los dineros de Europa. Y eso, unido a lo otro, nos puede llegar a aniquilar como país.
No me apetece nada, que mis fantasías ante el dolor que me genera esta situación nacional, se cumplan sin salir de casa: entrar en un país nuevo que pretende ser construido sobre las ruinas del que ame.
Ana Padierna
15/ 10/2020
Nuestro nogal.-
Imperturbable al paso de los años.
En su rincón del jardín, echando y tirando hojas, al ritmo de las estaciones.
Tal vez, aumentando el volumen del tronco y la copa, muy lentamente. Casi imperceptible.
Viendo pasar generaciones.
Ese es nuestro nogal.
El único frutal que sobrevivió a la gran tala.
Y aún, no me explico por qué. Dada su carencia de frutos a lo largo del tiempo.
O tal vez si…
De mano del abuelo Pedro, vino de retoño al jardín. Un recuerdo de su pueblo, dónde los nogales que dan nueces, abundan. De otra ribera, de otro suelo, de otro sol que hace secano el terreno y el ambiente. Tal vez, recuerdo de sus tiempos tiernos, de infancia, adolescencia y juventud. Años mozos, conquistas y matrimonio. Vuelta a León, dónde criar los hijos y hacer funcionar el negocio. Ganarse la vida. Para dar estudios. Para tener algo ahorrado a la vejez.
Se fue. Y dejó mucho más que eso. Música escuchada en casa a diario con él, en la juventud. Su punto de vista sensato y firme sobre los acontecimientos cotidianos. Su misa diaria. Sus paseos. Sus amigos. Su boina negra. Respeto. Y su nogal, en el rincón del jardín, viendo pasar generaciones. Un nogal sin nueces.
Íbamos ya por la cuarta, y sus biznietos traviesos trepaban por su tronco hasta instalarse en sus primeras y fuertes ramas. Unos con más soltura, otros con ayuda. Unos imitando a otros. Todos, instalados en el recuerdo.

Agata Piernas
1/10/2020