Esta ocasión, se nos brinda de la manera menos esperada. ¿Quién iba a decir que mi compañera de cuatro patas sería el nexo para esta nueva oportunidad? Pues así ha sido. A veces los hijos «ayudan» a los padres a hacer nuevas amistades. En mi caso, mi perra Bambú ha sido la introductora de esta nueva estancia en la playa. Sus amigos perrunos y la casualidad, han hecho que esta ocasión haya sido posible, aunque quiero pensar, por no hacerme de menos, que yo tambien he puesto algo de mi parte.
Destino Murcia y sus playas. Tras un par de días de descanso en Madrid desde nuestra anterior escapada, nos lanzamos a esta nueva aventura. Llevamos ya dos días, y el balance hasta ahora, está siendo muy positivo.
La terraza de un cuarto piso en el paseo marítimo, nos sirve de plataforma para lanzarnos al goce de escribir, desde una inspiración sugestionada por el aire marino, el ruido de las olas, la visión de un Mar Mediterráneo ligeramente encrespado por el viento de levante y el bullicio de niños y mayores que desde playa y paseo alborotan a su antojo, junto a unas palmeras cuyas ramas casi podemos tocar con los dedos. Mientras, las gaviotas sobrevuelan este escenario incomparable.
Si miramos hacia el horizonte, vemos el mar abierto, que desde donde estamos, resulta abrazado por una inmensa bahía que además de la playa y pueblecitos marineros que la jalonan, cierra con un puerto pesquero, dónde, procedentes de alta mar y cargados de piezas frescas y exquisitas, vienen los barcos a resguardarse y descargar la preciada cosecha marina.
Esta tierra, en apariencia árida y seca, resulta extraordinariamente fértil. Con escasa agua, y debido a una climatología privilegiada, puede ofrecer varias cosechas al año de frutas y hortalizas de excelente calidad. Hemos visto, inmensas extensiones de plásticos de invernaderos, que debidamente gestionados y hábilmente atendidos surten con sus cosechas, no sólo los más exigentes paladares nacionales, si no también extranjeros. Hay para todos, no me queda duda.
La única Comunidad Autónoma uniprovincial, goza de riqueza suficiente, pero le falta agua. No suele llover, y sus ríos no fluyen y su huerta no puede regarse sino con un sistema de riego por goteo, que administra el escaso recurso aquí.
Sin embargo, goza de una posición privilegiada en el Mar Mediterráneo, conocida desde tiempos históricos inmemoriales, por los pueblos de comerciantes y pescadores fenicios y cartagineses, cuya presencia por estas costas se ha hecho patente con restos fenicios de naves hundidas, rescatadas no hace mucho de la profundidad del mar, tras miles de años, para conocimiento de los presentes y, tal vez, para suscitar reflexiones, más o menos afortunadas, sobre de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos con sensatez y cordura.
Pronto visitaremos la antigüa Cartago Nova. De momento, en estos dos días de estancia, nos hemos prodigado por playas dogfriendly que si bien son las de peor calidad de la zona, permiten a perretes y dueños disfrutar juntos del sol, la arena y el inmenso mar que con sus olas, y sus cálidas aguas, nos reclama para que nos adentremos en un abrazo a tres, humano, perruno y Mediterráneo en estado puro.
De nuestra anfitriona, podemos decir de todo y todo bueno. Nos ha abierto su casa, nos ha puesto a nuestra disposición todas las facilidades para que nos encontremos cómodas, en casa y en la región, compartiendo conocimientos, iniciativas y sugerencias que gustosamente aceptamos. Se preocupa de que todo esté perfecto y no falte detalle y nos hace muy cómoda y entrañable la estancia. Estaremos siempre en deuda con ella, por este maravilloso trato. Sus tres peludos, cordiales y amigables, a pesar de lo que ella diga, han acogido en su pequeña manada a Bambú, que en ocasiones alborota, ella sola,más que los tres juntos en sus tiempos mozos, y está siendo objeto de muestras de amistad por los tres indistintamente. Lo cual nos complace a todos. Ahora descansa, mientras la bahía bulle y yo escribo para que nada de esto quede en el olvido.
Con cariño,
Ágata Piernas
2/9/2017